Hace unos meses me sorprendió leer en el periódico que iban a intentar provocar lluvias artificialmente en Madrid. La noticia no estaba exenta de polémica (como cualquier cosa en España), y tras un cierto tiempo, me he decidido a investigar un poco sobre el tema. Como casi siempre al principio de los posts, os pido disculpas por cualquier error o imprecisión que pueda cometer. Si hay alguien que crea que puede aportar algo (lo que sea) le invito a hacerlo en los comentarios.
Técnicas hay muchas, pero su efectividad es muy discutible en la mayoría de ellas. La primera y más famosa (aparte de la danza de la lluvia) es el bombardeo de las nubes ya existentes con yoduro de plata. La técnica ya es vieja (unos treinta años) y se ha usado con relativo éxito en Israel, China y (según decía la noticia) pronto en Madrid. Se utiliza este compuesto porque tiene una estructura muy parecida a los cristales de hielo, y porque no es demasiado caro. La idea es muy sencilla: hacer que el vapor de agua en las nubes se «enfríe», se condense, -pesando más, por tanto- y caiga en forma de lluvia a la superficie.
La efectividad de la técnica es bastante discutible porque, por lo visto, las nubes son un mundo muy complejo. Bombardeas hoy una nube o varias aquí, y esa misma nube descarga dentro de tres días a cien kilómetros de aquí. O quizá no descargue. Tiene muchos detractores porque a nadie le hace gracia beber agua con yoduro de plata -aunque no sea tóxico-. Hay quien considera que si provocas lluvia en un sitio determinado (suponiendo que estes haciendo eso) le estas quitando la lluvia a otro, e introduciendo un desequilibrio, por tanto. También hay quien presenta sus reservas hacia cualquier alteración del clima por parte del hombre, que es, desde mi modesto punto de vista, una opinión totalmente respetable.
La «siembra de las nubes» se ha usado mucho en China para disipar las tormentas de arena procedentes del Desierto del Gobi que de vez en cuando afectan a Pekín, o para apagar un incendio como el que se declaró en mayo de 2006, que fue apagado mediante lluvia artificialmente provocada. En la guerra de Vietnam el ejército americano intentó provocar lluvia artificial para reducir la actividad militar del Vietcong, pero debió encontrarse con el contratiempo de que si a los vietnamitas les incordiaba la lluvia, a ellos todavía más. Es una hipótesis mía.
Se dice que en algunos aeropuertos se siembran las nubes para que llueva y se despeje el cielo. La idea es que es mucho mas molesta para aterrizar o despegar la niebla que las lluvias. También se dice que en la extinta Unión Soviética nunca llovía durante el faraónico desfile del Primero de Mayo porque provocaban artificialmente lluvias los días anteriores. El que el cielo de Moscú estuviera despejado ese día facilitaba la misión de los múltiples satélites americanos que fotografiaban cada palmo de terreno ruso. Pero esa es otra historia.
A día de hoy, parece que los líderes en esta tecnología son los israelíes y los chinos. En China andan un poco molestos porque (se dice que) la enorme granizada que cayó sobre Pekín en el verano del 2005 (y causó bastantes daños: el granizo duele) estuvo provocada por un exceso de yoduro en las nubes. Pero las autoridades chinas han anunciado que van a usar estas técnicas para asegurarse un día despejado en la inauguración de los Juegos Olímpicos de 2008.
Continua aquí.
El Mar de los Sargazos 