San Simeón el Estilita y San Simeón el Estilita

1 septiembre 2010

Siempre me han apasionado los estilitas. Unos tíos que se suben a una columna y se aislan de sus vecinos poniendo altura de por medio.
Es un fenómeno casi exclusivamente sirio (tomando Siria en sentido amplio). Los primeros surgen en el extrarradio de Antioquía en el siglo IV, y uno de estos pioneros es el más famoso de entre los suyos: San Simeón el Estilita. Sin embargo, bajo este nombre se esconden dos estilitas: San Simeón el Viejo (390-459) y San Simeón el Joven (521-597). Lo que debe estar pensando el lector es como distinguirlos. Es muy fácil. El Joven llegó al negocio después que el otro (hasta ahí los datos obvios) y tenía su columna en Alepo (a unos 40 km., mejor dicho), mientras que el Viejo, como se ha dicho, tenía su columna cerca de Antioquía.

La fascinación por estos curiosos monjes (algunos eran laicos, por cierto) me viene por lo estrambótico de su retiro. No les valían las cuevas, como a los padres del desierto egipcios, que fueron los fundadores del monacato cristiano. Como el concepto monasterio estaba todavía un poco verde  (aunque dudo que les hubiera valido), y persas con mala leche siempre ha habido en Siria o intentando entrar en ella, pues se subían a las columnas. Es lo que tiene cuando dos de los pueblos más antiguos del mundo (y culturalmente más ricos) son vecinos.

La pintura de la imagen está idealizada, por supuesto. Nuestros anacoretas preferidos hacían su vida en plataformas apoyadas en las columnas, no sobre las columnas propiamente dichas.

Eran santos en vida, y como tales los veneraban sus vecinos, que acudían a estar con ellos siempre que podían. De hecho, esta veneración fue la que hizo que la columna del Viejo no hiciera sino crecer a lo largo de los años. Su jornada era más bien rutinaria, como todo anacoreta que se precie: lanzaban sus filípicas desde sus columnas, advertían de los males del mundo, y como gran parte de los cristianos orientales, estaban bastante obsesionados con los demonios que, según ellos, estaban por todas partes. No seré yo (y menos desde esta humilde tribuna) el que cuestione este punto de vista. El Joven llegó a ver como se construia una iglesia (casi una catedral) en torno a su columna estando aún con vida. Con el Viejo ocurrió lo mismo, pero post-mortem. Es una justa recompensa para alguien que se pasó treinta años sin bajarse de su plataforma. Todo esto me parece de una belleza extraordinaria.

Santos en vida, pero con sus rencillas. Caían rayos frecuentemente (no tengo a mano el índice de nivel isoceráunico de esta zona, pero nos hacemos a la idea) en las columnas, matando a su desafortunado morador. Esto solía considerarse una prueba de que el reciente finado era un hereje en secreto. Al menos así lo cuenta William Dalrymple en su magistral (y mítico ya) «Desde el Monte Santo». Hay que ser muy valiente para seguir subido a tu columna a varios metros del suelo cuando hay una tormenta eléctrica en la zona.

Los estilitas fueron languideciendo con las diversas tensiones que se vivieron en la zona en siglos sucesivos, que fueron variadas: cismas por razones teológicas, invasiones persas, campañas bizantinas de reconquista, invasiones árabes, etc. No tuvo gran éxito la idea en Europa, aunque constan algunos intentos en Alemania, pero, si no recuerdo mal, fueron efímeros por el frío que azotaba a los estilitas en invierno.

Los últimos estilitas de los que hay noticias estaban en Georgia en el no tan lejano siglo XVIII.

Eduard Roschmann y el poder de la ficción

11 agosto 2010

Un buen día del verano de 1972 se presentó en el despacho vienés de Simon Wiesenthal un tal Frederick Forsyth para pedirle ayuda. Forsyth estaba escribiendo una novela sobre un criminal nazi fugitivo y quería dotar de verosimilitud a su texto. Wiesenthal se muestra al principio reticente a involucrarse en un proyecto así, pero tras leer la sinopsis de la historia, decide ayudar a Forsyth. Con una condición: que su criminal de ficción fuera de carne y hueso. Eduard Roschmann, el Carnicero de Riga. La intención de Wiesenthal no es otra que dar visibilidad a Roschmann y procurar su captura.

Por supuesto, Forsyth acepta. Wiesenthal lo anima a incluir una escena inventada para que Roschmann se vuelva impopular incluso entre su propia gente, los fugitivos nazis. En esa escena, Roschmann asesina por la espalda a un oficial alemán condecorado para poder huir. (Hay que decir que Roschmann ya gozaba de cierta impopularidad entre sus camaradas por ser bígamo, pero esa es otra historia).

Roschmann había nacido en Graz en el año 1908. Desde bien pronto simpatizó con los nazis, pero su primer cargo importante fue el de comandante del Ghetto de Riga, donde fueron asesinadas más de 3.500 personas, y deportadas a Auschwitz y otros campos varios miles más. Es también uno de los responsables de la Masacre de Dünamünde, perpetrada en 1942 en Letonia. Wiesenthal le imputa, en total, la muerte de 35.000 personas. No obstante, al acabar la guerra, Roschmann vuelve a Graz como si nada hubiera pasado. En 1947 la policía austríaca le detiene, no por genocidio, (¡por favor!), sino por pertenecer a una organización neonazi llamada SORBE (que ya es tener ganas de liarla). Wiesenthal se entera y se las apaña para que los aliados soliciten su entrega. A Roschmann se le empiezan a poner de corbata cuando le detienen los ingleses y lo suben a un tren con destino Salzburgo, con la idea de internarlo en Dachau, que por aquel entonces servía para alojar a chacales como Roschmann.

En los trenes antiguos estaba prohibido defecar en las paradas, ya que no disponían de depósitos para almacenar las «aguas fecales» y las vertían sobre la vía. No obstante, en una de las paradas, Roschmann pidió a sus captores ir al servicio y se escapó por la ventana. Luego siguió la tradicional ruta de las ratas: la frontera con Italia, Génova, Roma y de ahí a Argentina. Por lo visto, el Obispo austríaco Alois Hudal colaboró en esta huida y en algunas más, como la de Mengele entre otras.

El libro de Forsyth («The Odessa File») fue un gran éxito y se tradujo a varios idiomas, entre ellos el alemán y el español. En 1974 se estrenó la versión cinematográfica del libro. En realidad era una adaptación bastante libre de la novela, pero mantenía los aspectos clave de ésta. Salvo el final. [Alerta Spoiler] En la novela, tras diversas vicisitudes, Roschmann acaba huyendo a Argentina, mientras que en la película, el protagonista, encarnado por Jon Voight, se carga a Roschmann. Wiesenthal trató de que no hubiera final feliz en la película, pero la productora (Columbia, si no recuerdo mal) no le hizo caso por razones exclusivamente comerciales [fin Spoiler]. Como anécdota, a Wiesenthal le ofrecieron interpretarse a si mismo en una escena en la que ayuda al protagonista en su pesquisa de Roschmann. Otra peculiaridad fue que muchas de las pistas que recibía Wiesenthal de Roschmann tras el estreno de la película, en realidad eran de Maximilian Schell, el actor que le interpreta en la película (y que no se parece nada a Roschmann). Aún así, Wiesenthal había conseguido su objetivo de dar publicidad a la búsqueda de Roschmann, y además logró que fueran los propios alemanes quienes le traicionaran.

En 1977, la policía argentina recibió un chivatazo y detuvieron a Roschmann. Era uno de julio. Hay que decir que solamente su detención implica que estaba absolutamente abandonado por sus compañeros de armas. No digamos ya el hecho de que Argenina estuviera dispuesto a mandarle a Alemania sin un convenio de extradición entre ambos países. Alemania solicitó su extradición, y Argentina empezó a tramitarla. En el intermedio, debió de cundir el pánico ante lo que era a todas luces un precedente, y Roschmann fue liberado el cinco de julio. No obstante, tenía que irse de la Argentina de inmediato. Roschmann se largó a Asunción (Paraguay) donde falleció de su segundo infarto en un mes. Era once de agosto. Un superviviente de Riga lo identificó y luego sus huellas dactilares fueron remitidas a Wiesenthal para que las comparara con las que le tomaron en 1947. Coincidían. Caso cerrado.

Bibliografía: S. Wiesenthal, «Justicia, no venganza», pag. 125-132, 1989, Ediciones B.
Las fotos las he tomado de la Wikipedia.

PD: los comentarios pronazis o filonazis serán borrados.

El día de ayer. Parte II.

12 julio 2010

Hace dos años España ganó la Eurocopa. Aquí ofrecimos una peculiar versión de los hechos. Ayer, España ganó su primer mundial (que forofo suena esto).

Llevo sin actualizar este blog más de dos años. Desde que me metieron en un proyecto muy absorbente que, cuando acabó, se había llevado por delante mi «hábito» (llamémoslo así) de escribir aquí. Pido disculpas a los que frecuentaban este espacio, pero una costumbre que se ha perdido es mucho más difícil de recuperar que uno que no se ha tenido nunca.

Ahora, a lo que vamos: un video que a estas alturas, el que más y el que menos, lo habrá visto unas veinte veces.

El mundial no ha estado exento de tensión cinematográfica:  un comienzo malo,  goles en los últimos minutos (a Holanda y Alemania), goles que tocan los dos postes para luego entrar (Paraguay), el fantasma de los cuartos de final (penalti parado por Casillas a Paraguay), los árbitros, erigidos en los malos de la película, etc.

Como me gustaría ahora poder escribir un post sobre los caballos de Hernán Cortés o sobre la Tumba de Alejandro Magno, pero la cabeza solo me da para pensar en fútbol, y tengo que acabar un trabajo sobre arrays en THz para el jueves.

Noticias y propósitos

12 febrero 2010

Vuelvo a tener ganas de escribir. Quizá no lo haga, pero es un comienzo. Tengo que terminar los trabajos del doctorado, así que supongo que a finales de mes tendré algo que publicar. Esta es la noticia.

Trataré de superar la esquizofrenia que me tiene demediado: ¿escribir de historia o de ingeniería? Me decanto por la historia (es más agradecida) ya que la ingeniería (es mi profesión) me hace levantarme demasiado pronto todas las mañanas. La historia es la que me hace dormirme tarde todas las noches. Es algo parecido a lo que (según Vargas Llosa) decía Onetti sobre la literatura como amante y como esposa.

Quiero escribir sobre el papel de los animales en las guerras. El germen de este post que estoy prometiendo es un libro de Jason Goodwin sobre el Imperio Otomano. En él se menciona (muy de pasada, aunque yo creo que daría para llenar un libro entero) que algunos caballos turcos estaban entrenados para recoger con los dientes espadas del suelo y entregárselas a su jinete. Esta imagen me persiguió durante varios días, y creo justo que ahora sea yo quien decida rastrearla.

También me gustaría encontrar tiempo para hablar del Mar Egeo, la Guerra de Secesión Americana, las librerías de viejo de Nueva York, Blas de Lezo,  Piteas, las ratas de Nueva York, Diocleciano, la tumba de Alejandro Magno, los primeros ferrocarriles británicos y todo lo que se me pase por la cabeza. Si a alguien se le ocurre algo que lo diga. Estos son los propósitos.

Para concluir, debería recomendar algunos blogs que he descubierto ultimamente. Es justo reconocer que son mucho mejores que el mío (o mejores que lo que era el mío, mejor dicho). Si alguien llega hasta aquí, que no se vaya sin visitar los siguientes blogs:

http://fotografiandopies.blogspot.com/ (Muy muy interesante. Alguien a quien le gusta leer y releer de verdad)
http://fraternidadbabel.blogspot.com (Un gran blog de un gran escritor y mejor persona)
http://cienciadebolsillo.com/ (Un clásico. Ineludible)

El día de ayer

30 junio 2008

Un par de meses atrás hice una lista de las cosas que quiero hacer en esta vida. Salieron 107 deseos, algunos peregrinos (“13. Atravesar el Estrecho de Magallanes”), otros descaradamente “frikis” (“11. Construir una antena Wi-Fi casera”), y uno, sola y extrañamente uno irónico (“106.Ver a España ganando una Eurocopa o un Mundial”). Pues bien, la noticia es que ya no es irónico.

España ganó ayer la Eurocopa. Tumbó a Alemania en la final; dejó en la cuneta a Italia, la campeona del mundo; arrasó a Rusia en la primera fase y en la semifinal, y no menos importante, no dio opción ninguna a la disminuida Grecia, que desde ayer ya es por fin excampeona de Europa.

La final de ayer tiene un carácter épico por ser ante Alemania (“El fútbol es un deporte que se inventó en Inglaterra, que juegan once contra once y que siempre gana Alemania”, Lineker dixit), por ser un enfrentamiento entre un fútbol vistoso que busca siempre la portería rival y un juego que prefiere perseguir las espinillas del contrario que al propio balón. Se ganó en el campo, así Alemania conserva su imbatibilidad desde los once metros.

La semifinal contra Rusia tiene la lírica de la poesía más fluida, de la métrica más conocida, pero que ilumina las almas. Una España que jugó de memoria borró del mapa a una Rusia que venía de apear a los padres del fútbol total. Curiosamente, el gol de Xavi, el primero de la tarde, tiene ecos del primer gol de la final de 1974, en la que los holandeses marcaron sin que los alemanes tocaran el balón. Tocar y tocar hasta que entra. El de Xavi no fue al principio del partido, pero el partido empezó ahí en realidad.

La eliminación de Italia fue más farragosa. No hubo épica ni lírica. Tuvieron que hacer de tripas corazón. De su lado no jugaban ni Pirlo (flaco, creativo, peligroso), ni Gattuso (robusto, destructivo, peligroso), pero cayeron en los penaltis. Quizá este partido fuera el más importante del torneo, porque cayó Italia y cayó el maleficio de los cuartos y la maldición de los penaltis.

Por fin sabemos lo que experimentan brasileños, argentinos, italianos, franceses, etc. cada dos por tres.

Os pongo unos videos que la mayoría habréis visto mil veces.

Palomas mensajeras

12 junio 2008

Las palomas mensajeras son uno de los medios de comunicación más antiguos, pues las primeras noticias que tenemos de su uso datan de hace más de 3500 años. Después fueron muy utilizadas en el mundo clásico, tanto por su velocidad como por su fiabilidad. Hoy en día, con el masivo desarrollo de herramientas de comunicación tan sofisticadas como Internet y la telefonía móvil, las palomas mensajeras han quedado relegadas a un ámbito exclusivamente deportivo, como antes le ocurriera a la equitación y al remo.

La larga historia (que aquí contaré brevemente) de la asociación entre estas aves y el hombre es fascinante, y una vez más, sirve para comprender la evolución del conocimiento humano, con sus depresiones y sus cimas, con sus miserias y sus grandezas.

En Persia, en el siglo XV a.C. alguien que observó la capacidad que tenían algunas palomas de encontrar el camino de vuelta a casa, decidió explotarlo en su provecho, y ató a la primera paloma mensajera de la historia, probablemente una Columba Livia, el primer colombograma. La paloma despegó y poco tiempo después alcanzó su destino con el mensaje. Quizá una de las cosas que más le sorprendería a nuestro pionero sería la velocidad de la paloma, que ronda los 50 km/h de media, y puede llegar a los 80 km/h de velocidad punta. Ningún caballo es capaz de superar estas velocidades, y menos aún durante varios días.

Su uso se popularizó en Oriente, y poco tiempo después ya estaba presente en la cultura más avanzada del Mediterráneo: los egipcios. La permeabilidad del intercambio cultural entre Grecia y Egipto era tal, que no debe extrañarnos que en unos pocas décadas después las palomas mensajeras surcaran los cielos de todo el mundo griego en primer lugar, y de la hija bastarda de Grecia (Roma) unos siglos después. Los griegos usaban palomas para proclamar los resultados de los juegos olímpicos al mundo (griego), y los romanos incorporaron a sus poderosas legiones unas cuantas palomas para que Roma estuviera al tanto de cualquier percance o noticia. No puedo evitar destacar que los usos más célebres que griegos y romanos dieron a las palomas, fueran tan arquetípicamente griegos y romanos, respectivamente.

Con la caída del Imperio Romano de Occidente, el oeste del Mediterráneo entra en crisis: las invasiones bárbaras se suceden, y los únicos depositarios de conocimiento son el Imperio Bizantino y el Oriente Medio. Las palomas mensajeras son olvidadas en Occidente, pero en Mesopotamia permanecen. Allí esperarían la llegada de una secta religiosa que conquistaría gran parte del mundo conocido en poco menos de un siglo: los musulmanes. A finales del siglo VIII, Al-Mahdi, Califa de los Creyentes, tenía en Damasco varios palomares para que las caravanas y los buques pudieran hacer uso de sus palomas. La red de comunicaciones del Califato Abbasí se iba haciendo más densa.

En el siglo XI Occidente redescubre las palomas mensajeras gracias a los Abbasíes, y lo hace por dos vías distintas. La primera es el Califato de Córdoba, que se colapsa en el año 1031, dando lugar a casi cuarenta Taifas distintas. Se sabe que en el período de las Primeras Taifas, que corresponde a los cincuenta años que median entre la caída del Califato y la invasión almorávide (1085), se usaban palomas para la mensajería tanto oficial como privada. La segunda vía fueron las Cruzadas, que pusieron en contacto al occidente franco con el oriente musulmán, hasta entonces dos culturas desconocidas entre sí. La primera cruzada toma Antioquía, su primera ciudad importante, en el año 1098, y había llegado a Oriente Próximo unos años antes. Desde entonces Oriente y Occidente no volverían a estar aislados entre sí.

Poco después de la caída de Toledo en manos cristianas, los almorávides recomponen la unidad del antiguo califato, y vencen a Alfonso VI en la batalla de Zalaca. Al Mutamid comunica la noticia de su victoria a la corte de Sevilla usando una paloma mensajera. Poco más de cincuenta años después, en 1132, en Toledo, Hamir Zabara, astrólogo judío y consejero del rey Alfonso VII, logra concentrar miles de palomas, que se supone que habían sido soltadas en diversos puntos del Reino. Esto prueba que este medio de comunicación ya se había filtrado a los reinos cristianos más próximos al Islam. Debía de tratarse de un servicio más o menos asequible, ya que el poeta judío Yehuda Halevi (que no era precisamente rico) afirma utilizar palomas para comunicarse con sus amigos.

Otro episodio muy famoso de la historia de las palomas mensajeras es el sitio de Harlem, en Holanda. En 1572 el Duque de Alba, al servicio de Felipe II, pone cerco a la población de Harlem. El gobernador de la ciudad, Wigbolt Ripperda, se comunicaba mediante palomas mensajeras con el cabecilla de la rebelión protestante, Guillermo de Orange. Orange intentó socorrer a la ciudad sitiada, pero su ejército es masacrado por los tercios, y al poco tiempo la propia Harlem cae. Ripperda es decapitado, y los tercios bañaron de sangre la ciudad.

En Waterloo (Bélgica) se celebró el capítulo final de las Guerras Napoleónicas, que se saldaron con la derrota del propio Napoleón frente a Wellington. El campo de batalla dista unos 350 kilómetros del despacho del primer ministro Robert Jenkinson en Londres, que se enteró de la noticia unas cuantas horas después, gracias a una paloma mensajera.

Poco a poco, las palomas mensajeras fueron haciéndose más y más importantes, hasta el punto de que su caza se penaba con elevadas multas. En la wikipedia hay un bando de finales del siglo XIX que impone un castigo de 1.000 libras a cualquiera que abata una paloma, ya que su caza comprometía las comunicaciones del Imperio. En el sitio prusiano a París en 1870 fueron usadas, aunque no sirviera de mucho, ya que Francia fue derrotada y el Segundo Imperio liquidado. Ya en la primera guerra mundial, los franceses tenían 72 palomares para dotar sus necesidades de comunicaciones. Se supone que los alemanes también las utilizaron, pero no dispongo de datos que lo corroboren. Por otro lado, una de las ventajas que tiene este sistema es que no debes abatir una paloma porque nunca vas a tener la certeza de si se trata de un ejemplar al servicio del enemigo o no hasta que la hayas abatido.

En la Segunda Guerra Mundial, ya con los radares bastante desarrollados, el telégrafo y el teléfono funcionando a pleno pulmón, las palomas fueron ampliamente utilizadas. Los ingleses contaron con los servicios de un cuarto de millón de palomas, y algunas de ellas llegaron a ser condecoradas por méritos de guerra. La Resistencia contra los nazis, sobre todo en Francia y en Holanda, usó palomas mensajeras para sus comunicaciones. De igual forma, los alemanes soltaron palomas con mensajes ingleses falsos en los que se pedía a la Resistencia los nombres de sus líderes para coordinarse con los ingleses. No sabemos el éxito que tuvieron estas traicioneras palomas.

Tras la Segunda Guerra Mundial, las «colombocomunicaciones» (no suena mal) cayeron en desgracia. Las Guerra Fría no se desarrolló en los campos de batalla (salvo algunas excepciones) sino en los despachos y las alcantarillas de Europa, Hispanoamérica y Asia, por lo que estos animalillos pasaron de ser portadores de noticias, a ser una molestia en las ciudades.

Sin embargo, la colombofilia subsiste. En España hay bastantes personas que practican este deporte, y se llegan a vender algunos pichones por más de 600 €. En este enlace vienen algunos precios del año 2005. También se cuenta en esta web que, hace pocos años, dos palomas atravesaron los 700 km. que separan Cádiz de Asturias en menos de un día, y explica las caracerísticas de la paloma mensajera ideal (que no debe de ser grande y musculosa, sino todo lo contrario: pequeña y esmirriada).

En el April Fools’ Day (el equivalente anglosajón a nuestro Día de los Inocentes) de 1990, la IETF (Internet Engineering Task Force) publicó el RFC 1149, que describía el protocolo de Transmisión de Paquetes IP sobre Palomas Mensajeras. Fue ampliado en el año 1999 con el RFC 2549, que incorporaba consideraciones de Calidad de Servicio (QoS). En el RFC 1149 recomienda el encriptado de los colombogramas que se envíen por «Paloma IP». Os recomiendo que leais los dos RFC, tienen mucha gracia.

Antes de que estos estándares pusieran orden en el caos, las únicas normas eran las que dictaba el sentido común, como la supresión de formalismos en las cartas, el uso de papel ligero y aprovechar los márgenes de las cartas.

El mecanismo que permite orientarse a estas aves sigue siendo un misterio. El hombre siempre las ha tratado como una «caja negra», sin mirar en su interior (o mirando, pero sin ver nada). Se sospecha que es un sistema de tipo «mapa y brújula», donde el mapa, gracias a su excelente vista, sería el propio terreno y la brújula se sospecha que es el campo magnético terrestre. Se ha observado que muchas de ellas siguen carreteras y líneas ferreas, girando en ángulo recto con ellas, lo que indica una cierta sistematización de sus planes de vuelo. Por último, mencionar que los halcones peregrinos y los cazadores no son la única amenaza para ellas, pues hay un estudio que afirma que las antenas de telefonía móvil (las BTS y los repetidores) las desorientan.

De vuelta otra vez en la Edad Media, los Talibán, que rigieron los destinos de Afganistán hace poco tiempo, prohibieron las palomas mensajeras. No sé si obedecía a una razón concreta o respondía a su proclividad a la prohibición.

Bibliografía:

«Lo que Europa debe al Islam de España» Juan Vernet. Acantilado
Otros: [1] [2] [3][4]

De vuelta

5 May 2008

Después de una temporada sin publicar nada, estoy de vuelta. He tenido muy poco tiempo libre en estos últimos dos meses, pero ya está entregado el proyecto que me ha tenido prácticamente absorbido.

Dentro de unos días publicaré un post sobre la evacuación anglofrancesa de Dunkerque en 1940, y algo sobre la tumba de Alejandro Magno, que me acabo de terminar un libro que habla sobre ello.

Muchas gracias a todos los que habéis colaborado con vuestros comentarios, y a los que me habéis dado ánimos con el blog.

Yes, we can

21 febrero 2008

Sin querer hacer campaña por uno u otro candidato, me ha impresionado este video de uno de los aspirantes demócratas a la presidencia. Igualito que los anuncios electorales en España. Igualito.

Estorninos

21 febrero 2008

Este mes lo tengo un poco difícil, por lo que voy a tener (tengo) el blog abandonado.

Leí hace poco que en la antigüedad (o sea, hasta 1950, más o menos) había grandes bandadas de pájaros que oscurecían el sol a su paso. Bueno, pues esta bandada de estorninos en Escocia sigue haciéndolo a día de hoy.

Parque eólico

21 enero 2008